20110422

El siguiente nivel


Alguna vez yo también prometí por mi honor hacer cuanto de mí dependiera por cumplir mis deberes hacia Dios y la Patria, y ayudar al prójimo en toda circunstancia... Cabe decir –con bastante orgullo– que he perseverado, aunque para ello tuviera que cambiar el uniforme y las divisas con las que asumí ese compromiso.


A los compañeros de misión 


«Tus padres, hermanos, maestros y amigos estarán orgullosos de ti. De tu conducta. De tu manera de ser y pensar. Todos sabrán que pueden contar en tu palabra y en tus actos. Sabrán que lo que haces lo haces bien y pronto. Que eres útil, amable y sincero. Que tu palabra será siempre verdadera. Aceptarás que es una deshonra mentir. Sabrás ser respetuoso con los demás y contigo mismo» (Mensaje al PDMU Menor, 6).


Los contenidos ideológicos y pragmáticos del escultismo son maravillosos como un despertador de conciencias, como el motor de arranque para que el individuo ponga en marcha una disciplina corporal, intelectual y moral. Pero como bien dice el Fundador, el objetivo es dejar un día el uniforme atrás y ser Scout en medio del mundo adulto, en el cumplimiento de las obligaciones cotidianas, con la alegría, la satisfacción trascendente y duradera, que da una vida en donación constante.
El sistema formativo y el conjunto de valores escultas son excelentes. Tanto, que no quedaba yo satisfecho con el plan de acción que me ofrecía: ante una Promesa y Ley Scout que demandan gastar la vida en el servicio al prójimo, la Patria y Dios, el adiestramiento básico y el Plan de Adelanto me parecieron eminentemente individualistas; ante las exhortaciones del General Baden-Powell a dar el máximo sacrificio y veneración por lo que trasciende al individuo, en las jornadas de adiestramiento sentía que la presencia de los Símbolos Patrios era hasta evitada y, en cuanto a lo divino, pocas veces pasé de ir a Misa uniformado y en grupo.
Pero el motor de arranque funcionó en mí, y luego de tomar carrera necesitaba pasar al siguiente nivel: el escultismo como norma y forma de vida. Por eso siempre he buscado emplearme en el servicio público o en la Iglesia, y valga decir que en ellos he tenido los empleos más satisfactorios. Ahí he tenido la oportunidad y la real capacidad de servir a la Patria y a Dios, tanto por sí mismos como en la persona del prójimo, y creo que nadie que haya estado codo a codo conmigo puede reprocharme que actúe sólo en mi beneficio.
En cuanto a quienes me reclaman que cambiara la pañoleta y los pantalones cortos por el uniforme gris acero, pueden tener la tranquilidad de que soy el más celoso transmisor de lo que recibí como Scout, pues en nada se contradicen los principios de ambas instituciones, y que sólo en el PDMU encuentro una exigencia cívica a tono con las exhortaciones de B-P.
De otra parte, quienes en el PDMU me ven con recelo por mi procedencia Scout, estense tranquilos y siéntanse orgullosos de saber que, en varios aspectos formativos, los principios y métodos pentathlónicos exigen mucho más del individuo que los escultas, y que el cultivo constante de la idea de colectividad me sienta mucho mejor como fundamento para comprender el servicio a la Patria y a la sociedad, que el individualismo.
Ojalá comprendamos todos –eso sí– que toda persona o institución comprometida con la superación moral, física, material e intelectual del individuo y la nación, es un aliado en la construcción de una Patria unida, grande y fuerte; así como en el cumplimiento los deberes adquiridos con el Ser Supremo mediante el servicio al prójimo.


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Sabiduría Pentathlónica