Quien ha jurado algo, sea por su patito de hule, por Júpiter tonante o por su honor, lleva una marca visible para todos, manifiesta en su modo de actuar y de hablar, en sus elecciones y juicios. Se llama ‘reputación’.
La palabra tiene poder. No sólo en las escrituras sagradas y las ideologías: hablo de la palabra ordinaria y cotidiana. Poder para crear y aniquilar. Para construir y destruir. Pervertir el significado de una sola palabra tiene repercusiones incalculables en todo el universo semántico de la lengua y, por consecuencia, sobre la cosmovisión de un pueblo.